POR: Thor Christensen
Un programa de salud comunitario que incluía clases de ejercicio y educación nutricional práctica ayudó a las mujeres que viven en zonas rurales a reducir su presión arterial, perder peso y mantenerse saludables, según un nuevo estudio.
En comparación con las mujeres de zonas urbanas, las mujeres de comunidades rurales presentan un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, mayor probabilidad de obesidad y menor acceso a atención médica y alimentos saludables, según investigaciones previas. Si bien los programas de salud comunitaria han demostrado ser prometedores, se han realizado pocas investigaciones sobre estos programas en entornos rurales.
El nuevo estudio se centró en mujeres sedentarias, de 40 años o más, diagnosticadas con sobrepeso u obesidad. Vivían en 11 comunidades rurales del norte del estado de Nueva York. Todas las participantes finalmente participaron en el programa dirigido por educadores de salud, pero cinco comunidades fueron asignadas aleatoriamente para participar primero.
Las mujeres participaron durante seis meses en clases grupales de una hora, dos veces por semana, impartidas en iglesias y otros lugares de la comunidad. Las clases incluían entrenamiento de fuerza, ejercicio aeróbico, educación nutricional y otras instrucciones de salud.
El programa también incluyó actividades sociales, como caminatas comunitarias, y componentes de participación cívica en los que los participantes del estudio abordaron un problema en su comunidad relacionado con la actividad física o el entorno alimentario. Esto podría haber implicado mejorar un parque local o servir refrigerios saludables en eventos deportivos escolares.
Tras finalizar las clases, en lugar de retomar un estilo de vida menos saludable, las 87 mujeres que participaron primero en el programa mantuvieron o incluso incrementaron sus mejoras seis meses después. En promedio, perdieron casi 4.5 kg, redujeron la circunferencia de la cintura 3.3 cm y bajaron sus triglicéridos (un tipo de grasa que circula en la sangre) en 15.3 mg/dl. También redujeron su presión arterial sistólica (la cifra "superior") en un promedio de 6 mmHg y su presión arterial diastólica (la cifra "inferior") en 2.2 mmHg.
"Estos hallazgos muestran que pequeños cambios pueden sumarse para generar una gran diferencia y ayudar a crear una verdadera constelación de mejoras", dijo Rebecca Seguin-Fowler, autora principal del estudio publicado el martes en la revista Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes de la American Heart Association.
Volver a los viejos hábitos suele ser un problema importante, "por eso nos sorprendió y nos emocionó ver que las mujeres mantenían o incluso mejoraban sus hábitos de alimentación activos y saludables", dijo Seguin-Fowler, directora asociada del Instituto para el Avance de la Salud a través de la Agricultura en Texas A&M AgriLife en College Station.
Las mujeres que participaron en el programa también mejoraron su fuerza corporal y su capacidad aeróbica, afirmó. "Como fisióloga del ejercicio que ayuda a las mujeres a adoptar el entrenamiento de fuerza, los datos indican que las mujeres estaban perdiendo grasa, pero manteniendo su tejido magro, lo cual es esencial. No queremos que las mujeres pierdan masa muscular con la edad".
El segundo grupo de mujeres que tomó las clases experimentó mejoras de salud al finalizar el programa. Sin embargo, debido a la financiación, los investigadores no pudieron realizar un seguimiento de estas mujeres para ver su evolución seis meses después del programa.
Seguin-Fowler expresó su deseo de que el programa, ahora llamado StrongPeople Strong Hearts, se ofreciera en las YMCA y otros lugares de encuentro comunitario. También pidió que el estudio, en el que casi todos los participantes eran blancos, se replicara en poblaciones más diversas.
“Esta es una gran oportunidad para implementar el programa en otras comunidades, evaluar los resultados y asegurarnos de que esté teniendo un impacto”, dijo.
Carrie Henning-Smith, subdirectora del Centro de Investigación de Salud Rural de la Universidad de Minnesota en Minneapolis, dijo que el estudio estaba limitado por la falta de representación de las personas negras, indígenas y de otras razas y etnias y que no informó sobre los posibles obstáculos para la salud en las zonas rurales, incluidos el transporte, la tecnología y las barreras financieras.
Henning-Smith, que no participó en la investigación, dijo que los futuros estudios de salud rural deberían tener en cuenta esas cuestiones, así como "los factores más amplios a nivel comunitario y de políticas que inciden en la salud".
Sin embargo, aplaudió el estudio por abordar la brecha en los residentes rurales poco estudiados, quienes, dijo, se ven afectados desproporcionadamente por la mayoría de las enfermedades crónicas, incluidas las enfermedades cardíacas.
“Estos hallazgos demuestran que mejorar la salud cardiovascular requiere mucho más que lo que ocurre en el ámbito clínico”, afirmó Henning-Smith. “Los médicos y los profesionales sanitarios desempeñan un papel importante, pero es necesario que participen muchos otros colaboradores”.
Hora de publicación: 17 de noviembre de 2022